sábado, marzo 26, 2005
Tuve un sueño pornográfico. Soñé que mi perra Mara que está en celo se escapaba de la casa y un centenar de perros en condición de alsamiento hacían el amor con ella hasta el amanecer del apocalipsis. Un verdadero diluvio de amor, un torrente de pasión, pasión con S y en la mayor euforia en un constante erotismo. En fin, un asco.
miércoles, marzo 23, 2005
Amor A La Inglesa
Muy raro nuestro encuentro,
nos presentó mi viejo.
Y desde aquel recuerdo añejo
ya vi años pasar...
Cuántos tramos juntos
pasé con vos, mi negra;
avances y frenadas,
cruces y demás.
Siempre fiel,
con confianza infinita;
mi corazón palpita,
cuando pienso en vos.
Mañanas bajo la lluvia,
noches bajo la higuera
y por mi tonta ceguera...
...en un día de abandono...
...te arrebataron de mi lado...
...oh, no...
¿Por dónde andarás, mi negra?
Le pregunto a las calles, si te vieron pasar.
¡Me cacho, Me robaron la bici! Aquella vieja inglesa que apodaron "la carretilla" allá por mi noveno. Tesoro familiar. Generaciones de culos pasaron por su asiento. Oxidada, embarrada, con varios rayos ausentes, sin guardabarros, frenos que aceleran, pero la mejor...40 arreglos le habré hecho a esa chatarra. Estaba testeado que se podía dejarla sin cadena ni vigía 8 horas esperando en la puerta de un cyber que queda sobre una avenida. Pero esa despreocupación esta vez me jugó en contra y ahí empezó el tango.
Y bueno, qué se le va a hacer, voy a tener que volver a usar el triciclo de mi primo...
nos presentó mi viejo.
Y desde aquel recuerdo añejo
ya vi años pasar...
Cuántos tramos juntos
pasé con vos, mi negra;
avances y frenadas,
cruces y demás.
Siempre fiel,
con confianza infinita;
mi corazón palpita,
cuando pienso en vos.
Mañanas bajo la lluvia,
noches bajo la higuera
y por mi tonta ceguera...
...en un día de abandono...
...te arrebataron de mi lado...
...oh, no...
¿Por dónde andarás, mi negra?
Le pregunto a las calles, si te vieron pasar.
¡Me cacho, Me robaron la bici! Aquella vieja inglesa que apodaron "la carretilla" allá por mi noveno. Tesoro familiar. Generaciones de culos pasaron por su asiento. Oxidada, embarrada, con varios rayos ausentes, sin guardabarros, frenos que aceleran, pero la mejor...40 arreglos le habré hecho a esa chatarra. Estaba testeado que se podía dejarla sin cadena ni vigía 8 horas esperando en la puerta de un cyber que queda sobre una avenida. Pero esa despreocupación esta vez me jugó en contra y ahí empezó el tango.
Y bueno, qué se le va a hacer, voy a tener que volver a usar el triciclo de mi primo...
lunes, marzo 21, 2005
Obligado y Obrigado
Cada vez que me viene la inspiración es una bendición y una maldición. En primer lugar es una bendición por lo que obviamente implica que venga el Papa y todo eso que ya conocemos, pero por el otro lado me siento forzado a utilizar toda esa inspiración mientras pueda antes de que se vaya como una flatulencia matutina, sin que nadie lo haya notado.
Igualmente la musa que me atacó esta vez tiene que ver con el dibujo y no con la escritura, asunto del cual se irán dando cuenta a medida que avancen la lectura y bajen la guardia.
Para la suerte de mi lado pesimista los días en que me ocurre esto son escasos. La mayoría de las veces son noches. Largas horas sin dormir tratando de serme útil, aunque no es lo único que regularmenete me quita el sueño, ya que también lo hacen otras cosas como la gaseosa cola, la orina (sin gas), los redoblantes, etcétera.
Este período aspirante me facilita, de la misma manera que lo haría un mayordomo pero sin ser sospechoso de homicidio, hacer ciertas cosas que me servirán más adelante cuando mis ganas de desplazarme en el ámbito productivo sean casi nulas (es decir, como soy el resto del tiempo en que vivo, salvo cuando duermo que lo hago con gran pasión). Un caso podría ser "Necesito urgentemente un dibujo de Garfield fumándose un porro para ser el chico más piola de mi curso y tener todas las minas", y otros similares y premolares.
Cuando esto mismo se aplica a mis redactares la gente me hace llegar su aprecio. Por ejemplo: Uy, Santo, qué loco que estás hoy; ¿Lo hiciste vos solo?; Podemos ser tus amigos; Dejá de hacer ruido que quiero dormir!. Ahí se me acabó la hoja.
Y recuerden, no es lo mismo decir toco y me voy, que voy y me toco.
(Y bue...es que no sé dónde poner tanto talento, vió)
Igualmente la musa que me atacó esta vez tiene que ver con el dibujo y no con la escritura, asunto del cual se irán dando cuenta a medida que avancen la lectura y bajen la guardia.
Para la suerte de mi lado pesimista los días en que me ocurre esto son escasos. La mayoría de las veces son noches. Largas horas sin dormir tratando de serme útil, aunque no es lo único que regularmenete me quita el sueño, ya que también lo hacen otras cosas como la gaseosa cola, la orina (sin gas), los redoblantes, etcétera.
Este período aspirante me facilita, de la misma manera que lo haría un mayordomo pero sin ser sospechoso de homicidio, hacer ciertas cosas que me servirán más adelante cuando mis ganas de desplazarme en el ámbito productivo sean casi nulas (es decir, como soy el resto del tiempo en que vivo, salvo cuando duermo que lo hago con gran pasión). Un caso podría ser "Necesito urgentemente un dibujo de Garfield fumándose un porro para ser el chico más piola de mi curso y tener todas las minas", y otros similares y premolares.
Cuando esto mismo se aplica a mis redactares la gente me hace llegar su aprecio. Por ejemplo: Uy, Santo, qué loco que estás hoy; ¿Lo hiciste vos solo?; Podemos ser tus amigos; Dejá de hacer ruido que quiero dormir!. Ahí se me acabó la hoja.
Y recuerden, no es lo mismo decir toco y me voy, que voy y me toco.
(Y bue...es que no sé dónde poner tanto talento, vió)
miércoles, marzo 09, 2005
Un viaje vale más que mil palabras
(contarlas es opcional y también cansador)
Leve brisa que despeina cabelleras frágiles; lo que yo llamaría, con mi barbarismo a cuestas, como un "día venturoso". Camino por las calles conocidas hasta que un bocinazo me hace pensar en que las veredas son una mejor elección. Luego de varios tropiezos a los que pretendo llamar pasos, llego a la estación. Saco de mi bolsillo trasero un verdoso billete procurando que no parezca que me estoy rascando y lo deslizo suavemente sobre la chapa fría (al billete, no al bolsillo ni al trasero). A Constitución, balbuceo. ¡Que a Constitución!, repito al rato a fin de aclararle al boletero cuál es el destino que me depara.
No vi pasar el tiempo. Ya estoy arriba del tren buscando un asiento solo y a la derecha, como si las nubes caprichosas (y grises) dejaran entrar algo de luz solar del lado opuesto. Mientras escucho la melodía de un vendedor resignado pienso en ella...y en los dos pesos que me debe. Por la ventanilla nada interesante: poca gente con pocas ganas, colectivos, puestos de panchos, algún que otro típico insulto a los judíos escrito con aerosol y un Superman que pasa volando dejando en su estela violeta unas fluorescentes letras en el firmamento que dicen "pluma-pluma-gay", que minutos más tarde me doy cuenta que es producto de mi imaginación.
Otro viajante, este vende analgésicos, al parecer para calmar el dolor de cabeza que produce su vozarrón gastado. Uno más que ofrece lápices lo acompaña, se habrán percatado de que soy dibujante? Cinco lápice' por un peso, y un sánguche de regalo- sentencia y me saca la primera sonrisa no forzada de la tarde. En ese momento, y aprovechando mi distracción, me salpica un agua de procedencia desconocida que para no andar formulando hipótesis concluyo en que fue algún aficionado a los esputos que se cree muy gracioso. El transporte sigue avanzando, pasa en dirección contraria uno similar decorado con graffitis indescifrables. Ya van 5 comerciantes, los estoy contando.
Resulta raro que todavía no haya pasado el chancho con el chiquero que hay acá adentro; vasitos descartables, botellas de Goliat, bollos de papel encintados, migas, tergopores y finalmente mi mochila adornan el piso mugriento. La última vez que viajé en acá me despertaron para pedirme boleto, y hoy que me luzco lúcido nadie me pide nada ¿Quién los entiende?
Me gusta la de la segunda butaca de enfrente, pero que nadie se entere. Parece estar de siesta.
¡¿Cómo?¡¿Lápices de nuevo?¿Por qué me mira señor nevado?¿Cree que puedo comprarle?¿Con qué se piensa que estoy escribiendo? Alguien me toca la pierna, me preparo para darme vuelta violentamente y decir ¿Qué pretende usted de mi?, pero me detengo al ver una agendita con una etiquetetita en la que se puede leer 1ºº. El desgraciado no sólo interrumpió el sueño de la chica en que deposité mi atención, también le tocó la pierna, y lo que es más envidiable aún: lo hizo con una agenda de un peso.
Ya el 9º vendedor...Este más cultural (?) presenta libros aunque se sabe que lo que realmente lo moviliza es lo mismo que al resto: el vagón. Falta el infante de las estampitas todavía. La virgen desatanudos servirá para los nudos de garganta? Me va a costar mucho explicárselo, pero tengo que hacerlo. Es más, cuando vuelva se lo digo: Mamá, no me gusta la sopa. El tren se detiene frenando a la vez victoriosamente mi idiotez. Llegamos a Constitución.
Me bajo del ferrocarril dejando una aureola, lo único que me hace santo. Propuesto a perseguir las caderas bamboleantes camino mientras giro el lápiz en mi mano derecha, que posteriormente cambio a la izquierda para parecer más original. Por buscar el boleto pierdo de vista a la muchacha de las ancas. Desciendo de a dos escalones, como me es costumbre. Saco 2 viajes para el subte y puedo observar un cartelito que tiene impreso el mensaje Colabore con el cambio, por favor. Ahora entiendo por qué te robaban las monedas del vuelto. Después de cruzar varias personas muy diferentes, entre las que reconozco a Mukenyo y a Jaime Bayly, hago intentos exagerados de encontrar un asiento que me permita seguir con mi relato sin necesidad de contracciones.
Cambio de hoja. El tiempo pasó antes de que pudiera tomármelo. Me desprendo en Avenida de Mayo, conciente de que a esta altura debería hacerlo en Independencia. Casi tan conciente como de mi olor a humedad humana por lo que, una vez atravesado el pasillo y subido al metro, con intenciones de no molestar a la moza que pretendía arrimarme me pongo a estorbar con mi brazo levantado al señor del pijama. Dicho sujeto parecía muy concentrado, como si intentara tirarse un pedo sin ruido. En frente mío, y a unos pies, un niño con guardapolvo (al parecer denominado así por su increíble capacidad para acumular suciedad)dona el asiento a una señorita que se niega. Me sorprendo de la cantidad de escolares. Yo también parecería uno de ellos con esta mochila si no fuera porque mido 1,80 mts. Pero para mi la escuela...ya está por allá atrás. Es decir, como el culo.
Abro la puerta de madera y a pasitos ya se encuentra la escalera donde veo pasar y pisar al inspector Gadget. Será muy peligroso escribir mientras transito? Aunque me preocupa más las bellezas vivas que me pueda perder de admirar, que las vidas bellas que me pueda perder de vivir. En la caminata agarro una publicidad de un supermercado para mi colección de panfletos, no sea que me pase que un día necesite hacer un collage con embutidos y artículos de limpieza y me falte material.
Una vez frente al edificio toco el portero eléctrico a medida que saludo a la portera manual. Cuando atienden hago mi clásico discursillo casi tan bien expresado como el de ET: Hola, Santiago, subo. Ingreso por la entrada al no encontrar otra salida y me veo esperando el ascensor al costado de un hombre de camisa rosa del cual desconfío plenamente. Se baja en el tercero, un piso más adelante, o mejor dicho, más arriba, yo llego al mío (expresión egocéntrica y posesiva). Me miro en el espejo del "subibaja" para comprobar que efectivamente estoy hecho un asco. Y ya estoy allí. 4º D. El deber me espera y a mi me gusta hacerlo esperar.
Leve brisa que despeina cabelleras frágiles; lo que yo llamaría, con mi barbarismo a cuestas, como un "día venturoso". Camino por las calles conocidas hasta que un bocinazo me hace pensar en que las veredas son una mejor elección. Luego de varios tropiezos a los que pretendo llamar pasos, llego a la estación. Saco de mi bolsillo trasero un verdoso billete procurando que no parezca que me estoy rascando y lo deslizo suavemente sobre la chapa fría (al billete, no al bolsillo ni al trasero). A Constitución, balbuceo. ¡Que a Constitución!, repito al rato a fin de aclararle al boletero cuál es el destino que me depara.
No vi pasar el tiempo. Ya estoy arriba del tren buscando un asiento solo y a la derecha, como si las nubes caprichosas (y grises) dejaran entrar algo de luz solar del lado opuesto. Mientras escucho la melodía de un vendedor resignado pienso en ella...y en los dos pesos que me debe. Por la ventanilla nada interesante: poca gente con pocas ganas, colectivos, puestos de panchos, algún que otro típico insulto a los judíos escrito con aerosol y un Superman que pasa volando dejando en su estela violeta unas fluorescentes letras en el firmamento que dicen "pluma-pluma-gay", que minutos más tarde me doy cuenta que es producto de mi imaginación.
Otro viajante, este vende analgésicos, al parecer para calmar el dolor de cabeza que produce su vozarrón gastado. Uno más que ofrece lápices lo acompaña, se habrán percatado de que soy dibujante? Cinco lápice' por un peso, y un sánguche de regalo- sentencia y me saca la primera sonrisa no forzada de la tarde. En ese momento, y aprovechando mi distracción, me salpica un agua de procedencia desconocida que para no andar formulando hipótesis concluyo en que fue algún aficionado a los esputos que se cree muy gracioso. El transporte sigue avanzando, pasa en dirección contraria uno similar decorado con graffitis indescifrables. Ya van 5 comerciantes, los estoy contando.
Resulta raro que todavía no haya pasado el chancho con el chiquero que hay acá adentro; vasitos descartables, botellas de Goliat, bollos de papel encintados, migas, tergopores y finalmente mi mochila adornan el piso mugriento. La última vez que viajé en acá me despertaron para pedirme boleto, y hoy que me luzco lúcido nadie me pide nada ¿Quién los entiende?
Me gusta la de la segunda butaca de enfrente, pero que nadie se entere. Parece estar de siesta.
¡¿Cómo?¡¿Lápices de nuevo?¿Por qué me mira señor nevado?¿Cree que puedo comprarle?¿Con qué se piensa que estoy escribiendo? Alguien me toca la pierna, me preparo para darme vuelta violentamente y decir ¿Qué pretende usted de mi?, pero me detengo al ver una agendita con una etiquetetita en la que se puede leer 1ºº. El desgraciado no sólo interrumpió el sueño de la chica en que deposité mi atención, también le tocó la pierna, y lo que es más envidiable aún: lo hizo con una agenda de un peso.
Ya el 9º vendedor...Este más cultural (?) presenta libros aunque se sabe que lo que realmente lo moviliza es lo mismo que al resto: el vagón. Falta el infante de las estampitas todavía. La virgen desatanudos servirá para los nudos de garganta? Me va a costar mucho explicárselo, pero tengo que hacerlo. Es más, cuando vuelva se lo digo: Mamá, no me gusta la sopa. El tren se detiene frenando a la vez victoriosamente mi idiotez. Llegamos a Constitución.
Me bajo del ferrocarril dejando una aureola, lo único que me hace santo. Propuesto a perseguir las caderas bamboleantes camino mientras giro el lápiz en mi mano derecha, que posteriormente cambio a la izquierda para parecer más original. Por buscar el boleto pierdo de vista a la muchacha de las ancas. Desciendo de a dos escalones, como me es costumbre. Saco 2 viajes para el subte y puedo observar un cartelito que tiene impreso el mensaje Colabore con el cambio, por favor. Ahora entiendo por qué te robaban las monedas del vuelto. Después de cruzar varias personas muy diferentes, entre las que reconozco a Mukenyo y a Jaime Bayly, hago intentos exagerados de encontrar un asiento que me permita seguir con mi relato sin necesidad de contracciones.
Cambio de hoja. El tiempo pasó antes de que pudiera tomármelo. Me desprendo en Avenida de Mayo, conciente de que a esta altura debería hacerlo en Independencia. Casi tan conciente como de mi olor a humedad humana por lo que, una vez atravesado el pasillo y subido al metro, con intenciones de no molestar a la moza que pretendía arrimarme me pongo a estorbar con mi brazo levantado al señor del pijama. Dicho sujeto parecía muy concentrado, como si intentara tirarse un pedo sin ruido. En frente mío, y a unos pies, un niño con guardapolvo (al parecer denominado así por su increíble capacidad para acumular suciedad)dona el asiento a una señorita que se niega. Me sorprendo de la cantidad de escolares. Yo también parecería uno de ellos con esta mochila si no fuera porque mido 1,80 mts. Pero para mi la escuela...ya está por allá atrás. Es decir, como el culo.
Abro la puerta de madera y a pasitos ya se encuentra la escalera donde veo pasar y pisar al inspector Gadget. Será muy peligroso escribir mientras transito? Aunque me preocupa más las bellezas vivas que me pueda perder de admirar, que las vidas bellas que me pueda perder de vivir. En la caminata agarro una publicidad de un supermercado para mi colección de panfletos, no sea que me pase que un día necesite hacer un collage con embutidos y artículos de limpieza y me falte material.
Una vez frente al edificio toco el portero eléctrico a medida que saludo a la portera manual. Cuando atienden hago mi clásico discursillo casi tan bien expresado como el de ET: Hola, Santiago, subo. Ingreso por la entrada al no encontrar otra salida y me veo esperando el ascensor al costado de un hombre de camisa rosa del cual desconfío plenamente. Se baja en el tercero, un piso más adelante, o mejor dicho, más arriba, yo llego al mío (expresión egocéntrica y posesiva). Me miro en el espejo del "subibaja" para comprobar que efectivamente estoy hecho un asco. Y ya estoy allí. 4º D. El deber me espera y a mi me gusta hacerlo esperar.
domingo, marzo 06, 2005
jueves, marzo 03, 2005
Límpiese que viene gente
(otra demostración de mi deficiencia escriturística)
Mientras entretenía mi escasa mente leyendo un diccionario de sinónimos y me sorprendía con cuántas formas hay de decir empacho veo que ya es la hora ¿Pero la hora de qué? Es una pregunta que no me pude responder, como me pasó aquella vez con "¿Por qué la necesidad de robarle el puré de mandioca al gato?", o más difíciles de contestar aún: ¿Por qué miércoles le dan puré al gato? y ¿Existe el puré de mandioca?
Fue cuando me dí cuenta que no todo tiene por qué tener una respuesta, o una pregunta, o un salvavidas con la cara de Bob Esponja. Como vi que estaba delirando demasiado fuí a pegarme un baño (después de pegarme un portazo, pensando que la abertura estaba abierta). Me despojo de mis ropas y una vez despejado noto que el jabón que acabo de agarrar es sorpresivamente pequeño. A estos jabones los hacen cada vez más chicos? O me vendieron un accesorio para el baño de Barbie® (el dinosaurio)? Lo que tiene de bueno esto, es que para guardar dicho adminículo higiénico no se necesita más de las jaboneras. Ahora se puede utilizar cualquier bártulo que uno tenga ahí por la casa como una tapita de gaseosa, una caja de fósforos o incluso un recipiente para diamantes o rubíes (o su híbrido: los rumiantes). Y ya que hablamos de artículos de limpieza y estamos sumergidos en este mar de emociones. Me acuerdo que un día vino al negocio de mi padre uno de esos vendedores tan comunes y comunicativos que logró vendernos unos champuses de dudosa calidad. Aunque posteriormente me pareció que se trataba de un invento revolucionario. Era 2 en 1, traía shampoo y agua en un sólo envase, además de ser de baja espuma, lo que permitía que no sea necesario bañarse para usarlo (problema que afrontan cientos de personas, otras miles le dan la espalda y millones le muestran el culo).
He dicho.
PD: Y sí, adivinaron, a este postíbulo le iba a poner como título "Made in Jabón" (¿?).
Mientras entretenía mi escasa mente leyendo un diccionario de sinónimos y me sorprendía con cuántas formas hay de decir empacho veo que ya es la hora ¿Pero la hora de qué? Es una pregunta que no me pude responder, como me pasó aquella vez con "¿Por qué la necesidad de robarle el puré de mandioca al gato?", o más difíciles de contestar aún: ¿Por qué miércoles le dan puré al gato? y ¿Existe el puré de mandioca?
Fue cuando me dí cuenta que no todo tiene por qué tener una respuesta, o una pregunta, o un salvavidas con la cara de Bob Esponja. Como vi que estaba delirando demasiado fuí a pegarme un baño (después de pegarme un portazo, pensando que la abertura estaba abierta). Me despojo de mis ropas y una vez despejado noto que el jabón que acabo de agarrar es sorpresivamente pequeño. A estos jabones los hacen cada vez más chicos? O me vendieron un accesorio para el baño de Barbie® (el dinosaurio)? Lo que tiene de bueno esto, es que para guardar dicho adminículo higiénico no se necesita más de las jaboneras. Ahora se puede utilizar cualquier bártulo que uno tenga ahí por la casa como una tapita de gaseosa, una caja de fósforos o incluso un recipiente para diamantes o rubíes (o su híbrido: los rumiantes). Y ya que hablamos de artículos de limpieza y estamos sumergidos en este mar de emociones. Me acuerdo que un día vino al negocio de mi padre uno de esos vendedores tan comunes y comunicativos que logró vendernos unos champuses de dudosa calidad. Aunque posteriormente me pareció que se trataba de un invento revolucionario. Era 2 en 1, traía shampoo y agua en un sólo envase, además de ser de baja espuma, lo que permitía que no sea necesario bañarse para usarlo (problema que afrontan cientos de personas, otras miles le dan la espalda y millones le muestran el culo).
He dicho.
PD: Y sí, adivinaron, a este postíbulo le iba a poner como título "Made in Jabón" (¿?).