domingo, abril 10, 2005

Desventuras de un Flashero*

(*asistente de fotógrafo)
Luego de hacer un recorrido exhaustivo de los rincones más fotografiables de la ciudad de Adrogué, nos fuimos para el salón. En el grupo entonces éramos: la agasajada, su padrino, mi hermano mayor, la filmadora, la señora que sostenía esta, su ayudante y finalmente yo con mi flamante camisa desarreglada.
Una vez ahí logramos tras mínima espera entrar por la puerta grande, que era además la única que nos abrieron.
Mientras aguardábamos unos minutos y comíamos unas minutas hasta que llegara la protagonista hicimos una pequeña investigación de reconocimiento del sitio. El primer lugar a conocer fue el baño, ya que hace horiñas que nos veníamos aguantando las orinas.
Varios meos más tarde aparece la quinceañera, no sin antes recibir nosotros los confianzudos consejos de su padre. Sacamos (dijo el mosquito) las primeras fotos. Fueron bastantes, con lo cual logré acalambrarme el brazo que por suerte ablandé con el sano ejercicio de alcanzar a mi boca sánguches de miga.
Dichas primeras fotos de la fiesta fueron realizadas con todos los invitados de las mesas, una en cada mesa y algunas excepciones con cosas que no eran mesas como los padres de la niña en cuestión.
Siguiente paso; el vals, que consta de varios pasos: pasa el tío, pasa el hermano, pasa el abuelo, pasa el metido, pasa el borracho que se pasa de uvas, etcéteras.
Sucede un bache temporal que acortamos tomando gaseosa Kachorra (nombre aparentemente calculado por su gusto a perro exprimido).
Empieza el baile y lo que era de esperarse...la lucecita loca se prende y se apaga. Para colmo la sofisticada máquina de humo despedía un olor desagradablemente raro, además de no ser necesaria puesto que la mayoría de los presentes eran fumadores compulsivos.
Tomamos unas fotos de un par de gentes que se iban temprano y gracias a la centelleante lucecita ante nombrada se cagaron varias de ellas(las fotos, no las gentes), ya que el flash secundario que sostenía yo(valga la redundancia pues yo también soy bastante secundario)se activaba cuando disparaba el de la cámara, o sea que esta bosta lumínica vino a funcionar como un "señuelo de flash" haciéndolo proyectar antes de tiempo, sin contar el severo daño que proporcionó amablemente a mi campo visual.
La música en un principio fue graciosa, pero ya cuando te pasan la discografía completa de artistas Pibes Chorros, Super MerK2, La Rama y Corré Guachín se torna un poco tedioso; más aún si le sumamos a un bailantero crónico depositado en las cercanías del DJ que no paraba de hacer su pasito (sí, tenía uno solo, quizás era cojo).
Para un momento la música, parece que el destino advirtió nuestras inconmensurables ganas de platicar con la señora de la filmadora (ganas de platicar tiro al blanco). Habló sobre muchas cosas, pero yo sólo me ocupaba de pedirle que me alcanzara la botella. Fue entonces cuando, en la ausencia de mi hermano aparentemente causada por las clásicas necesidades fisiológicas, la dicha mujer me preguntó cuánto cobrábamos el trabajo y si incluía un álbum de Winnie Pooh y no sé qué más. A lo que yo respondí casi sin emitir palabra, presumo que debido al sandwich de lengua a la vinagreta que estaba englutiendo, que el especialista es mi congénito, el de rulitos. Enseguida saltó la otra señora que la acompañaba y acotó "¡Ah, entonces vos estás igual que yo!". Y mirándola con el seño fruncido cual ojete militar contesté para mis adentros: "...Digamos que con otro sexo, bastante menos arrugado y no tan feo, pero si descontamos eso capaz haya algo en común".
Volvió la danza, a todo esto ya era bastante tarde y aún no teníamos resuelto nuestro regreso. En el 968 422 175º bostezo comencé a notar que tenía sueño y para evitar cerrar los ojos traté de entretener la vista en la "chica linda de la noche", que seguramente tenía como 7 años menos que yo. Aunque me dí cuenta que iba a resultar sospechoso observarla durante las 4 horas que duraba tal evento y más todavía estando su novio al lado.
Posteriormente cortan la torta y puedo disfrutar de una hermosa indigestión por muerto de hambre. La señorita del vestido da un emotivo discurso y un metafórico bofetazo al DJ lo que desata una extraña discusión.
Salimos al patio a patiar un poco y vuelve a aparecer el padre. Digo, no podría alguna vez aparecer el hijo o el espíritu santo, amén? Libera un par de frases que pretenden ser simpáticas. Mientras retornan las melodías y vemos mover el esqueleto a nenitos al estilo punga charlamos con mi hermano sin entendernos por el barullo.
Volvemos a entrar y ya empieza el baile carioca. Me siento en la mesa de "los profesionales", el primogénito ahora trabaja solo.
Terminó, gracias aDios. Por si alguien pregunta qué hacía yo durmiendo díganle que en realidad es que parpadeo muy lento.
Muy lindos souvenires los centros de mesa, pero lo serían mucho más si la mayoría no tuviesen rotas las cabezas. La próxima vez tengan más cuidado al apretar el ganso (o la grulla, o el cisne, o lo que origamis sea eso...).
Pregunta de la jornada: ¿Ustedes por casualidad van en remis?. Nadie, ni una ayuda. Nos vamos en busca de un teléfono público, recordamos que nuestros padres no lo escucharían sonar. Volvemos. "Allá hay una remisería" nos aconsejan señalando, nos queda a trasmano, pero igual...Remis 24 Hs, cerrado, cerrado las 24 Hs.