domingo, mayo 17, 2009

Generalizando

En este país disfrutamos mucho de las dicotomías. Digo en este país porque es el único que conozco. En realidad tampoco conozco el país entero, pero Dios atiende en Buenos Aires dicen algunos centralistas. Siendo sinceros no conozco más que la mitad de mi cuarto (la otra mitad son lugares obscuros donde de seguro habita el coco), pero ese es otro tema.

La cuestión es que como decía, solemos simplificar todo a dos bandos antagónicos. Siempre en parejitas:

Los buenos, los malos; River contra Boca; los ricos y los pobres; AM y FM; tu hermana y esta (“Menéndez, dígalo en vos alta para que nos riamos todos”); el campo y el gobierno; los medios y el gobierno; la iglesia y el gobierno (bueno, digamos que el gobierno practica la poligamia). Pero existe esa tendencia a modificar la realidad para que quepa en esos dos frasquitos y quede al alcance de nuestra mano. Como el del azucar y la yerba; la sal y la pimienta…

Eso, creemos, nos facilita la vida, nos hace que “no nos volvamos locos”. “La vida es como la orina”- pensaremos-“Que la analicen los especialistas”

Y así no vemos lo que hay en el medio (que por lo general es la mejor parte, si no miren el jamón), que es tan basto y complejo y nos hace entender lo que hay en los extremos.

Yo soy el peor de los ejemplos, igualmente. Pero estoy seguro de que hay gente muy capaz, que se deja engatuzar por la holgazanería propuesta por la sociedad, que nos recomienda un pensamiento lineal, que para colmo es una recta (es decir una línea derecha) y ni si quiera dobla (cual pelota en el altiplano).

Por eso, tratemos de no ser extremistas. Miremos a los costados al cruzar, sí, pero veamos adónde estamos cruzando. Y dejemos esta teoría de los dos demonios que no se la cree nadie.